Reverberaciones.



Querida Elisa:



    La primera vez que dijiste mi nombre, la tengo tan en mi alma como aquella ves que vi tus bellos ojos azabaches, y tu negro y rizado cabello ondeando en etéreos aires de grandeza. Había una melodía En el aire de aroma sutil que por mucho tiempo no pude recordar. Ahora sé que esta es la melodía que ceñía tus sienes coronando aquella vieja promesa de que te volvedera a encontrar.

Hoy no supe si te quedarías o te irías de nuevo, pero en cuanto te escuche al piano, esa delicadeza, la firmeza del toque, escuchar tu corazón a través de semejante pieza, complicada y tan delicada, mi reloj se detuvo, tu instante se convirtió en infinito y la vida, mi vida, se volvió ese pequeño universo en un instante tuyo.

Mis ansia por no dejarte ir se disolvió para convertirse en una paz inmensa derrochadora de gracia. Y en un sutil verso escrito en un pañuelo sellaste nuestro infinito pacto para reunirnos de nuevo justo ahí, junto a aquel viejo Gran Piano y reír juntos.


¿Qué depara el destino?, solo él lo sabe, por hoy solo te dejo estas lineas, entre otras, porque sé que sabrás encontrarlas así como sabrás encontrarme a mí. 


El tiempo fluye, pero nosotros no. Somos infinitos.
Todo comienza hoy.


Con Cariño.
Alejandro.

Comentarios

Entradas populares